filosofia
El ser humano como ser religioso
Con frecuencia hablamos de religión y decimos que una persona es muy religiosa o poco religiosa, o que no cree en la religión, o bien que pertenece a la religión tal o cual... En general hablamos de la religión como si nos refiriéramos a algo que las personas tienen, y que también podrían entonces dejar de tener o cambiar sin más en algún momento de la vida...
Desde esta perspectiva tener una religión no parece diferenciarse mucho de tener alguna filiación política, pertenecer a algún partido, o ser socio de algún club... Parece así entonces que la religión es algo externo al hombre, algo que en un momento se añade a su vida, algo que se le agrega: ya sea porque ha sido educado así, o por el afán de colaborar en una obra de bien, o por hacer cosas y pertencer a grupos que le hagan a uno «sentir» que es buena persona. La religión parecería, en algunas personas, ser una cuestión casi cosmética... como una pose de bondad o un grupo de auto-ayuda. De hecho le da a uno la impresión de que podría seguir viviendo normalmente su vida de todos los días si la religión, por ejemplo, desapareciera o nunca hubiera existido... Tal vez cambiarían algunas rutinas y costumbres, pero la vida podría seguir igual, en todo caso, nos haríamos de otra religión que se ande ofertando en alguna parte, para volver a encontrar el lugar donde sentirnos buena gente otra vez.
Incluso solemos pensar que quienes dicen que no creen en Dios son personas que viven al margen de la religión, y que no tienen conductas de tipo religioso en su vida.
Estos planteos, tienen como común denominador el pensar que la religión es una cuestión «exterior» a nuestro ser seres humanos... cuando en realidad sucede que las personas somos seres religiosos por naturaleza... venimos de fábrica hechos capaces de relacionarnos con lo trascendente, con lo que nos lleva más allá de nosotros mismos. No nos conformamos, estamos siempre insatisfechos, nos cuestionamos, buscamos un sentido definitivo a las cosas que nos pasan y a nosotros mismos... y éso lo podemos hacer porque somos seres capaces de conocer y de amar y, por eso mismo, capaces también de referenciar nuestra vida a un Principio Rector que le da luz, claridad, coherencia, unidad, orden, armonía, belleza... sentido.
Ese referenciar es la actitud propiamente religiosa en el hombre (aunque se declare ateo)
1. ¿Cuál es el verdadero sentido de la existencia humana?
2. ¿Qué relación tiene la religión con el sentido de la existencia?
En cuanto a la primera cuestión, la fe cristiana nos responde que el hombre ha sido creado por Dios para que viva en comunión con Él, participando de su vida divina.Si ése es el fin último del hombre, entonces una “vida sana” (mejor sería decir una vida santa) será aquella que nos conduzca a la comunión con Dios y una “vida enferma” será aquella que nos aleje de esa comunión, llevando al hombre a su frustración radical, la muerte espiritual. El Nuevo Testamento nos enseña que Dios es Amor y que el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él. Por tanto una vida santa, moralmente recta, será una vida regida por el amor verdadero a Dios y a los hombres.
Hemos adelantado ya mucho de la respuesta a la segunda cuestión. Si el sentido último de nuestra existencia está en Dios y la “religión” es la relación personal con Dios, entonces es evidente que somos seres esencialmente religiosos y que la religión es la dimensión trascendente de la persona humana. Según la fe cristiana, la relación religiosa del hombre con Dios está basada en un don gratuito de Dios, don que, acogido libremente por el hombre, engendra una vida de fe, esperanza y amor. Dios nos amó primero, hasta el extremo de entregarse completamente por amor a los hombres en la Encarnación y la Pascua. El amor de Dios recibido con fe engendra una alianza de amor entre Dios y los hombres, sellada por la muerte y resurrección de Cristo. Para el hombre, vivir conforme a esa Alianza, unido a Dios en Cristo, es el Camino para su plena realización.

Comentarios
Publicar un comentario